El rey de Cerdeña visita Medina de Rioseco
A última hora de la tarde del 6 de abril de 1849 empezó a correr por rúas, solanas y corrillos, el rumor de que un personaje ilustre había llegado a Medina de Rioseco. A pesar de que buscando la discrección se presentaba con nombre falso, pronto (y gracias a que la decoración del carruaje no dejaba dudas) se comprobó que se trataba nada menos que de Carlos Alberto Emanuel de Saboya, rey de Cerdeña... o mejor dicho exrey, ya que acababa de abdicar y se dirigía al exilio camino de Portugal.
Carlos Alberto de Saboya como rey de Cerdeña |
Carlos Alberto pertenecía a la dinastía de los Saboya y había nacido en Turín en 1798. Llegó al trono de Cerdeña en 1831, tras haber pasado gran parte de su juventud también exiliado. Después de varias insurrecciones y revueltas sus tropas sufrieron dos desastrosas derrotas en las ciudades de Custoza y Novara, que le obligaron a abdicar y exiliarse, cediendo el trono a su hijo Victor Manuel II.
Retrato de Carlos Alberto como rey, ya muy envejecido y enfermo, aspecto muy parecido al que tendría al llegar a Medina de Rioseco |
A su llegada a Rioseco traía en la carroza su escasísima comitiva, compuesta por sólo dos personas. Eligió para el alojamiento, según cuenta la crónica recogida en "El Clamor Público" del 10 de abril de 1849 con fecha del 7 de ese mes, un parador situado en La Plaza. Teniendo en cuenta que por entonces no existía la Plaza Mayor actual y que con el nombre de La Plaza se conocía a la de Santa Ana, seguramente se tratara de la famosa Posada de los Vientos situada en el no menos famoso Rincón de Unamuno.
Cuando se conoció la identidad de tan ilustre visitante inmediatamente acudieron al hospedaje autoridades civiles, fuerzas policiales y la población en masa. La conversación entre Carlos Alberto de Saboya y los riosecanos debió ser casi inexistente, pues según afirma el periódico "El Clamor" ni él ni sus acompañantes sabían una palabra de español ni los riosecanos de italiano, por lo que las cuatro frases intercambiadas tuvieron que ser en francés y gracias a un ciudadano que sabía algo de esta lengua e hizo de intérprete.
Al día siguiente, a las ocho de la mañana, partía tan significativo personaje hacia Oporto, donde fallecería pocos meses después a los 50 años de edad.
Carlos Alberto de Saboya en su exilio portugués, poco antes de fallecer |
He aquí la crónica periódistica completa recogida por "El Clamor Público" de aquella breve, pero interesante visita regia a Medina de Rioseco: